NPI


Estoy sentado, feliz de la vida, en una oficina de Relaciones Exteriores, en San Luis Potosí, aventura cortesía de mis papás, quienes insistieron en que sacaramos justo hoy esos preciados documentos que te permiten salir del país, a pesar de que no se van a usar hasta dentro de 15 días.
No es que sea enemigo del ser prevenido, para nada, pero es que la urgencia tan repentina que les entró ayer por sacarlos me molesta: me mandaron ayer a la oficina a preguntar los requisitos para el canje, y con esa urgencia malsana que les entró, quedaron que hoy a las 8 estaríamos todos en la oficina, para cumplir el proceso.

El problema es que con esa urgencia que les entró, mi mamá desoyó el dato (que le repetí 6 veces) de que para la oficina de Las Lomas, que es donde vivo, hay que sacar cita, con dos días de anticipación, por Internet o por teléfono. Ah no, ella la quería de ayer para hoy, entonces nos apersonamos poco después de las 8.00 am en tan digna representación;

– Como le dije ayer a su hijo, para sacarlo aquí hay que tener cita.

– Pero aquí? En la de Las Lomas? Si nunca hay gente!

– Precisamente, no hay gente por qué vienen sólo a la hora de su cita y por 45 minutos.

– Y entonces, si quiero mi pasaporte para hoy, adonde voy!?

– Tendría que ir a la oficina del Centro, donde no es necesaria la cita.

Entonces salimos de la oficina de Las Lomas, flames bursting and all, para dirigirnos a la oficina del Centro.

Ya en la otra oficina entramos a la fila para la revisión de documentos y que nos entregaran la famosa forma OP5. Pero, oh desgracia, oh infortunio: como estoy tramitando la reposición de mi IFE, que se me perdió en alguna caseta de algún fraccionamiento, como credencial oficial con fotografía llevaba la credencial de la escuela, pues, otra vez, por recomendación de mi mamá «esa es una identificación válida, el papelito dice». Y en efecto el papelito decía, pero ponía condiciones: traer el número de afiliación de la escuela a la SEP, sello, firma y cargo del director. La credencial del Tec, como saben los que las han visto, son tan escuetas que nada de esto lo tienen por qué traen el maravilloso chip de proximidad que permite que se lea toda tu información a través de un sensor, y en palabras de la señorita (¿?) que revisaba los papeles «Aquí no tenemos ese aparato tan especializado, mi’jo».

Ok, no hay bronca, yo sí puedo esperar y sacar la cita para el martes (el lunes es feriado), no pensaba irme a Barcelona de finde. Ni paper, como diría Olivia.

Pero las sorpresas no terminaban ahí.

Ayer, en la oficina de Lomas, la muy amable encargada me dijo: «puedes ir a la farmacia Guadalajara de la siguente cuadra antes de venir, para sacarte las fotos, y ya venir preparado». Previsores como son, mis papás fueron a sacárselas ayer, y llegaron, primero a la oficina de Lomas, y luego a la del Centro, con sus fotos a color, tamaño pasaporte, en fondo blanco, sin lentes y con la cara descubierta.

Pasaron exitosa la primera revisión, la misma que me botó a mi por ir en una escuela que depende de la tecnología y no de aquellas bellas credenciales enmicadas de los 90’s (como la señora le dijo: «en tu escuelita no hay di’otras?»), pero en la ventanilla de recepción de documentos les rechazaron las fotos:

– Esas no se las puedo aceptar Señora.

– ¿ Por qué no?

– El papel como que no… (siendo que es papel común de fotografía) y se hace que si le sello encima se va a trasparentar…

– Entonces voy a tomármelas otra vez, ahora vuelvo.

– No es necesario, aquí el compañero se las toma: dos por cincuenta pesos. (Cuatro fotos, iguales a las que les ofrecían, nos habían costado 25 pesos, ni paper once again).

– Mmmm… Ok, ¿dónde?

– Ahí, contra ese muro.

– Pero no es fondo blanco…

– No importa, yo le doy chanza (sic)

Bueno, pues mi papás se tomaron las fotos otra vez, quedaron ya listos para continuar con el trámite para poder sacar su pasaporte, de manera que podamos salir del país del «como que no…», del «yo le doy chanza», del «es que no viene enmicada», del «dos por cincuenta».

No sé que es lo peor… Querer salir, aunque sea por un ratito, para echarse un break de la situación actual (y correr el riesgo de que te digan malinchista) o estar metido en la mierda, y que ni siquiera te des cuenta.

No tengo razón para quejarme ultimamente de nada. Bueno, razones si tengo; calidad moral para hacerlo, no.

Según yo iba a volver a escribir desde julio; había pasado un año de las elecciones y no sé por que me había picado el bichito de la participación social con extraños y me había decidido a escribir otra vez.

Creo que es evidente que no pude.

Podría dar muchos pretextos y decir que la escuela, los amigos, cosas así, pero la verdad es que soy un inconstante. Así, con todas sus letras. Pero bueno, ya por fin tengo las cosas más o menos en orden y voy a tratar de seguir escribiendo. No va a ser tres veces por semana o cosas así, pero si va a ser frecuentemente.

Espero que no se me pase de noche el año y de repente este escribiendo acerca de la inconstancia del ser en febrero del 2009.